DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Luc.17,11-19
EL ANUNCIO Y LA PACIENCIA
Desde el texto de hoy podemos comprobar cómo Jesús también tuvo que pasar por algo de lo que nosotros nos quejamos y a veces, nos deja con los ánimos por los suelos.
El relato nos sitúa a Jesús andando por entre Samaría y Galilea en su camino a Jerusalén. Se le acercan diez leprosos: " Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros" le gritan. Jesús les cura de inmediato, si preámbulos y les recomienda que hagan lo que está prescrito por Moisés, solo uno se vuelve dando gracias y alabando a Dios.
¿ No se parece en nada esta situación que nos describe el evangelio a lo que nosotros, a veces, experimentamos en nuestra tarea de evangelización? Me pregunto y pregunto.
Yo creo que si y ahí mismo, en ella, está la respuesta a esa pregunta que tantos nos hacemos para terminar por culparnos preguntándonos por lo que hemos hecho mal.
Sabemos que no somos dechados de perfección a la hora de llevar a cabo el anuncio, también sabemos de esfuerzo, de buena voluntad y de empeño por cercanía, de buenas obras y de mano tendida.
Descubrimos que el mensaje, para aquellos a quienes va dirigido y a quienes se lo anunciamos, en muchas ocasiones no llega, no dice nada y no por culpa del que anuncia pues descubrimos que la dificultad radica, en muchos casos, en quien lo recibe, bien porque no le interesa o bien porque no está o no quiere estar en la onda de Dios, pues se anda en otras cosas que impiden abrir el corazón a la Palabra.
Por nuestra parte no se trata de que andemos buscando el placet de la gente, ( con esto hemos de tener mucho cuidado) esa no es la cuestión. La cosa radica en que de forma impaciente queremos ver frutos de inmediato, al instante y esto, hasta el mismo Jesús lo padeció y supongo que sería para el una buena experiencia que propició la paciencia y la confianza en la fuerza de la Palabra de Dios.
El está con la gente, habla, actúa y hace signos con los que quiere ayudar o intenta ayudar, para que puedan salir hacia adelante en su situación de descartados ( no quiere que se sientan descartados por Dios) en la sociedad, como lo eran los leprosos en aquella época. Hoy son otras las situaciones, pero se asimilan y bastante.
Y lo mismo que Jesús, aunque nos duela esta experiencia, hemos de seguir adelante. A El también le dolió. No anunciamos la Buena Noticia del amor de Dios para triunfar, ser reconocidos o aplaudidos, sino para que Dios sea encontrado, aceptado y los hombres le puedan glorificar con su vida, en su cotidiano quehacer y el mundo sea mejor.
¡¡Feliz día del Señor!!
Luc.17,11-19
EL ANUNCIO Y LA PACIENCIA
Desde el texto de hoy podemos comprobar cómo Jesús también tuvo que pasar por algo de lo que nosotros nos quejamos y a veces, nos deja con los ánimos por los suelos.
El relato nos sitúa a Jesús andando por entre Samaría y Galilea en su camino a Jerusalén. Se le acercan diez leprosos: " Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros" le gritan. Jesús les cura de inmediato, si preámbulos y les recomienda que hagan lo que está prescrito por Moisés, solo uno se vuelve dando gracias y alabando a Dios.
¿ No se parece en nada esta situación que nos describe el evangelio a lo que nosotros, a veces, experimentamos en nuestra tarea de evangelización? Me pregunto y pregunto.
Yo creo que si y ahí mismo, en ella, está la respuesta a esa pregunta que tantos nos hacemos para terminar por culparnos preguntándonos por lo que hemos hecho mal.
Sabemos que no somos dechados de perfección a la hora de llevar a cabo el anuncio, también sabemos de esfuerzo, de buena voluntad y de empeño por cercanía, de buenas obras y de mano tendida.
Descubrimos que el mensaje, para aquellos a quienes va dirigido y a quienes se lo anunciamos, en muchas ocasiones no llega, no dice nada y no por culpa del que anuncia pues descubrimos que la dificultad radica, en muchos casos, en quien lo recibe, bien porque no le interesa o bien porque no está o no quiere estar en la onda de Dios, pues se anda en otras cosas que impiden abrir el corazón a la Palabra.
Por nuestra parte no se trata de que andemos buscando el placet de la gente, ( con esto hemos de tener mucho cuidado) esa no es la cuestión. La cosa radica en que de forma impaciente queremos ver frutos de inmediato, al instante y esto, hasta el mismo Jesús lo padeció y supongo que sería para el una buena experiencia que propició la paciencia y la confianza en la fuerza de la Palabra de Dios.
El está con la gente, habla, actúa y hace signos con los que quiere ayudar o intenta ayudar, para que puedan salir hacia adelante en su situación de descartados ( no quiere que se sientan descartados por Dios) en la sociedad, como lo eran los leprosos en aquella época. Hoy son otras las situaciones, pero se asimilan y bastante.
Y lo mismo que Jesús, aunque nos duela esta experiencia, hemos de seguir adelante. A El también le dolió. No anunciamos la Buena Noticia del amor de Dios para triunfar, ser reconocidos o aplaudidos, sino para que Dios sea encontrado, aceptado y los hombres le puedan glorificar con su vida, en su cotidiano quehacer y el mundo sea mejor.
¡¡Feliz día del Señor!!
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