DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Luc. 9,18-24
¿ QUIÉN DECÍS QUE SOY YO ?
El texto del evangelio de este domingo nos pone ante una pregunta que fue y sigue siendo clave en el seguimiento de Jesús.
La iglesia no puede obviarla porque esta en juego su identidad, su ser. Es mas, continuamente ha de estar volviendo a ella para no perder de vista ni
el horizonte ni la meta de su estar en el mundo.
Decimos y sabemos que la Iglesia es del Señor, pero corremos el riesgo de que esto solo quede en una expresión muy bonita y correcta, pero ¿ en realidad, qué significa? ¿A qué nos compromete? Nos hemos de atrever a interrogarnos y dejarnos interrogar por el lugar que ocupa en nuestra vida la confesión de fe, por el lugar que esta ocupando el Señor en nuestras decisiones, preocupaciones, trabajos y celebraciones, en nuestra vida ¿En realidad, estamos convencidos de que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios? Ya se que esto suena como a querer rizar el rizo, pero es que no podemos permitirnos dar por hecho y por sabidas una serie de cuestiones que con el paso del tiempo pueden ir perdiendo fuerza en nuestra mente y corazón, de tal forma que cuando llega la hora de la prueba nos encontremos con que a base de rutina, lo fundamental se nos ha escapado de la manos, yo diría mas, del corazón.
Cuando el seguimiento se hace cuesta arriba, cuando las fuerzas fallan, cuando el fracaso asoma la oreja, es bueno que nos dejemos preguntar por aquel a quien decimos seguir y qué lugar ocupa en nuestra existencia. La vorágine del mundo es fuerte y abrazadora y nos puede dejar el corazón helado y yerto, por eso, no hemos de descuidarnos en lo que decimos creer y hemos de estar fijo sobre ello, porque es ahí y solo ahí, donde encontramos la fuerza para seguir adelante y para poder superar las dificultades, tanto externas como internas, que van apareciendo en nuestra vida y que pueden arrastrarnos por caminos que no deseamos si no estamos bien pertrechos y convencidos de que Jesús es el Mesías de Dios.
Por tanto, esta pregunta que Jesús hace a los discípulos y hoy a toda la iglesia, no solo hemos de vivirla como algo con lo que quiere escudriñar nuestro corazón para saber con quien cuenta o no, sino como un autentico regalo que nos empuja a preguntarnos y a responder desde lo mas hondo de nuestra existencia y que nos debe llevar a reforzarnos frente a la dificultad que el anuncio de la Buena Noticia entraña.
FELIZ DÍA DEL SEÑOR.
Luc. 9,18-24
¿ QUIÉN DECÍS QUE SOY YO ?
El texto del evangelio de este domingo nos pone ante una pregunta que fue y sigue siendo clave en el seguimiento de Jesús.
La iglesia no puede obviarla porque esta en juego su identidad, su ser. Es mas, continuamente ha de estar volviendo a ella para no perder de vista ni
el horizonte ni la meta de su estar en el mundo.
Decimos y sabemos que la Iglesia es del Señor, pero corremos el riesgo de que esto solo quede en una expresión muy bonita y correcta, pero ¿ en realidad, qué significa? ¿A qué nos compromete? Nos hemos de atrever a interrogarnos y dejarnos interrogar por el lugar que ocupa en nuestra vida la confesión de fe, por el lugar que esta ocupando el Señor en nuestras decisiones, preocupaciones, trabajos y celebraciones, en nuestra vida ¿En realidad, estamos convencidos de que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios? Ya se que esto suena como a querer rizar el rizo, pero es que no podemos permitirnos dar por hecho y por sabidas una serie de cuestiones que con el paso del tiempo pueden ir perdiendo fuerza en nuestra mente y corazón, de tal forma que cuando llega la hora de la prueba nos encontremos con que a base de rutina, lo fundamental se nos ha escapado de la manos, yo diría mas, del corazón.
Cuando el seguimiento se hace cuesta arriba, cuando las fuerzas fallan, cuando el fracaso asoma la oreja, es bueno que nos dejemos preguntar por aquel a quien decimos seguir y qué lugar ocupa en nuestra existencia. La vorágine del mundo es fuerte y abrazadora y nos puede dejar el corazón helado y yerto, por eso, no hemos de descuidarnos en lo que decimos creer y hemos de estar fijo sobre ello, porque es ahí y solo ahí, donde encontramos la fuerza para seguir adelante y para poder superar las dificultades, tanto externas como internas, que van apareciendo en nuestra vida y que pueden arrastrarnos por caminos que no deseamos si no estamos bien pertrechos y convencidos de que Jesús es el Mesías de Dios.
Por tanto, esta pregunta que Jesús hace a los discípulos y hoy a toda la iglesia, no solo hemos de vivirla como algo con lo que quiere escudriñar nuestro corazón para saber con quien cuenta o no, sino como un autentico regalo que nos empuja a preguntarnos y a responder desde lo mas hondo de nuestra existencia y que nos debe llevar a reforzarnos frente a la dificultad que el anuncio de la Buena Noticia entraña.
FELIZ DÍA DEL SEÑOR.
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