sábado, 30 de mayo de 2015

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO IX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B.
           LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
 Mt.28,16-20

 MUCHO MAS ALLÁ DE LO VISTO Y OÍDO
 

Retomamos  el tiempo ordinario celebrando, nada mas y nada menos, que el misterio de Dios que nos ha revelado nuestro Señor Jesucristo y que el Espíritu Santo a lo largo de siglos, ha ido dando a entender a los que aceptan, viven y oran, con las palabras que fueron dichas y que  de generación en generación se siguen susurrando en los oídos de los que creemos y esperamos, como si fuera el primer día. 
  El texto del evangelio nos lleva al mandato de Jesús de ir  a todos los hombres a anunciar el perdón, la ternura, la misericordia y la salvación de Dios. Nos recuerdan nuestro bautismo y cómo  en el y por el, hemos sido consagrados al Dios Trinitario. Somos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y ahí se   ha de anclar  nuestra vida y debe seguir anclada, desde nuestro empeño y con nuestra fidelidad - oración- ( No envano hoy somos invitados a orar por la Iglesia Orante, que nos recuerda la importancia de la intimidad con Dios )
Es este un hermosos tesoro el que celebramos. Es este el objetivo último del proyecto de Dios para con nosotros.
 No son suficiente las  explicaciones filosóficas para entenderlo, escapa a ellas. El único medio de acercarnos a el es la  oración en apertura incondicional a la trascendencia, desde el Espíritu y con la Palabra de Jesús.
     Descubrimos la sencillez del misterio de la comunión, de la  fidelidad, de la diversidad en diálogo, en beneficio de todos: el hombre y  la creación.
 Es el misterio del Amor  entregado que no obliga a la respuesta ni a la recompensa, que deja intacta la libertad del que lo recibe, que no obliga, que siempre tiene los brazos abierto para acoger al que quiera libremente refugiarse a su abrigo. Es el amor que recrea, levanta al caído, abre  puertas a la esperanza, a la justicia y a la paz.
 Iniciando nuestra vida definitiva en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, somos llamados a la santidad, una santidad gozosa, liberadora, amiga, solidaria, luchadora, recreadora-restauradora, una santidad que nos lleva a completar la imagen de Dios que somos todos y cada uno de nosotros y siendo lo nuestro así, la creación entera desde la dimensión divina y la humana que la maneja y la elabora con su trabajo aplicando su inteligencia a ello, colaborando en  recrearla junto y a la par con Dios.  Esto, a su vez,nos lleva mas allá de un simple presente al abrir puertas a la dimesnión espiritual  que encierra. No podemos olvidar que tambien es obra de Dios.
 Lo dicho anteriormente actúa como acicate para los que  hemos aceptado la revelación de Dios, pues  lo mismo que Dios se manifiesta trinitariamente actuando, así la Iglesia, se ha de manifestar en su actuar. Dios lo hace desde  el amor, el estilo de la Iglesia a la hora de estar en el mundo no puede ser de otra forma y no puede tener otra finalidad, mas que la de amar a la humanidad y al mundo, no solo con palabras, sino  con  palabras  y hechos que es como Dios se ha manifestado y seguirá haciéndolo en favor nuestro.
 El Dios Trinitario es tan vital en la Iglesia como el aire que necesitamos respirar cada instante para poder seguir en la vida. 
La Iglesia, nosotros, hemos de tener muy presente que no podemos olvidar esta dimensión Trintaria de Dios  y lo que desde ella  y en ella nos ha sido dicho  y hemos ido, poco a poco, descubriendo. Es  ahí donde nosotros nos conformamos como Iglesia del Señor y no de otra forma. Es ahí donde está nuestra razón de ser. Desde el momento que nos olvidemos de eso y nos centremos en otras dimensiones, dejamos de ser la Iglesia de Jesús, el Pueblo de Dios, la Morada del Espíritu Santo.
Feliz día del Amor Trinitario.
 

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