sábado, 2 de mayo de 2015

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO QUINTO DE PASCUA.

" EL QUE PERMANECE EN MÍ Y YO EN EL, ÉSE DA FRUTO ABUNDANTE."
JU. 15,1-8
       Si la semana pasada era  "El Buen Pastor", en esta  nos habla Jesús de la Vid, de los Sarmientos y del Fruto. Jesús con buena pedagogía  se fija en  los quehaceres de la gente para hablarles del Reino de Dios de tal forma, que no tiene reparo en acudir a lo cotidiano, o a algo que ya se dijo en su momento. Lo de la semana pasada, el Buen Pastor y lo de esta, lo de la Vid y los Sarmientos,  ya lo encontramos en Isaías, el gran profeta.
     A la hora de hablar  Jesús no tiene reparos  para recurrir a la palabra que ya ha sido dicha. Lo que importa es que la gente descubra desde lo cotidiano, desde su vida, la presencia de Dios . Esto de recurrir a lo dicho tiene además la ventaja de que  la gente pueda percatarse  que  el Dios de los Padres es el mismo del que El habla. Lo que ya se dijo, se vuelve a  decir ahora con sus variantes respectivas. 
Ya Isaías le pedía al pueblo estar unido a su Señor y no separarse de El, poner su confianza y su vida en las manos del Señor  y es lo que Jesús también recuerda y pide:  estar unidos al Señor para dar fruto. El pueblo es " Pueblo de Dios" , por tanto, en El debe permanecer y de El debe alimentarse y por El, dar fruto. En la medida que esto sea así  tendrán razón de ser, pero si  esto se deteriora, se anula, pierde, o se toma a la ligera, el pueblo  también se deteriora, se anula, pierde y se convierte en presa fácil y en el hazme reír de los pueblo vecinos.
Trayendo esto a la Iglesia, a nuestro hoy, nos damos cuenta de que  no anda lejos de nosotros y descubrimos, tanto a nivel personal como de comunidad, que en la medida en que estamos unidos al Señor, la cosa marcha, digamos que funciona. Si nos separamos del Señor, no damos fruto,  vivimos en el desconcierto, la desazón, a merced de los vientos que soplan y no guiados, alimentados, nutriendonos de nuestro Dios.
     No podemos olvidar que somos Pueblo de Dios, Pueblo de su propiedad y que esto no solo es un titulo y un orgullo, sino que también tiene responsabilidades que si las asumimos con generosidad serán  positivas, siempre positivas.
 Si nosotros somos capaces de vivir esta dimensión con todas sus consecuencias, de nuestro ser, en el mundo de hoy, en la sociedad de hoy, sufriremos, eso es indudable, pero no sera el sufrimiento de sentir que  estamos lejos del Señor, sino el que acarrea la fidelidad de ser fieles , y eso, eso en el fondo, da frutos de paz, sosiego y fortalece la esperanza. Además de ser testimonio del único Dios Verdadero para todos los hombres y mujeres que pueblan la tierra
 Ya sabemos que muchas veces  tenemos la sensación, pensando desde el mundo, que estamos a la intemperie, a merced de lo que venga. Esto nos produce, en muchas ocasiones, miedo que nos paraliza, pero no debemos tener miedo, porque tener miedo es desconfiar del Señor.
     Hemos de ser fuertes en el Señor. ¿ Cómo alcanzamos esa fortaleza? Permanenciendo en El.  ¿Cómo permanecemos en El? Guardando su palabra, que no es meterla en un baúl, sino  llevándola a cumplimiento en el día a día, cada día. No solo la parte fácil y  hermosa, que la tiene, sino también la mas dura, oscura o incomprensible. Esa que no entendemos.  Es ahí donde se descubre si de verdad confiamos en el Señor y  cómo es el Señor nuestra fuerza. Es así, cuando la sabia  alimenta y  posibilita, cuando demos frutos dulces al paladar y hermosos a la mirada. Eso es estar unidos a la vid.
Feliz día del Señor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario