19 de diciembre de 2014.- Manolo
Gómez es de Cuenca (España) y cuenta cómo creció sin fe y sin necesidad
de Dios. Durante su juventud le gustaba ir de discotecas y salir por la
noche. Se casó por la Iglesia, pero no era consciente de lo que suponía
esto.
Después de poco tiempo, se quedó sin trabajo, con una niña pequeña y una hipoteca. Por consejo
de su suegro, se hizo pastor de ovejas. Era un trabajo duro, pero Dios
lo usó para entrar en su vida. En el camino por donde llevaba a las
ovejas había una ermita muy pequeña que no tenía imagen, le dio pena y,
aunque no era muy religioso, empezó a tener trato con la Virgen.
Aquí
nos cuenta cómo Dios se hizo presente en su vida hasta convertir
también a su mujer. Les sostuvo y les ayudó a vivir con esperanza en
medio de sus sufrimientos. Les hizo comprender y aceptar que Dios
siempre quiere nuestro bien y que solo tenemos que ponernos en sus
manos.
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