Pero nuestro buen hombre quiere más, quiere saber, tener pautas, para poder medir hasta dónde debe llegar, necesita saber a quién debe considerar su prójimo, en una palabra, quién puede o debe ser merecedor de su atención y ayuda.
Este hombre que pregunta, maestro de la ley, no ha descubierto aún el hondón de la misma, cosa que Jesús trata ayudarle a descubrir usando personajes que en la sociedad de aquel momento eran claves, bien por el papel que desempeñaban o por la situación en que la historia les había colocado. (el levita, el sacerdote, el samaritano, el hombre que es asaltado...)
También nosotros hoy nos solemos plantear esta pregunta, sino abiertamente, si y en muchas ocasiones, interiormente y sin atrevernos a manifestarla.
El tema es: ¿Quién es mi prójimo? O, dicho de otra forma ¿A quién debo ayudar? ¿Quién debe ser merecedor de mi atención? ¿En quién debo gastar mi tiempo, mi dinero y mi preocupación?
La respuesta de Jesús no deja lugar a dudas: quién sea, dónde sea y cómo sea. La necesidad no tiene color, ni raza, ni nos permite andar dando vueltas. La necesidad lo es aquí, allí, y en cualquier parte, sobre todo cuando es alguien que ha sido humillado, abatido, maltratado y que no tiene posibilidad de ponerse en pie en el sentido más amplio de la palabra.
No tengo ni idea de cómo se le quedaría el cuerpo a este hombre que quería saber, que es una buena actitud. Supongo que se quedaría rumiando la conversación y si la pregunta era desde una buena intención la respuesta le llevaría, sino al cambio, sí al deseo de ser mejor y más atentó al tema.
De todas formas, lo que nos debe preocupar a nosotros hoy es qué es lo que pensamos de ello y si estamos dispuestos a seguir las enseñanzas de Jesús, o si por el contrario nos hemos vacunado, de tal forma y manera, que ya somos maestros en el rodeo, en el pasar de largo, en la excusa o en el "que Dios le ayude", que es tan socorrido cuando nos encontramos con uno de estos casos, sin percatarnos de que Dios nos lo pone delante para que le ayudemos en su nombre y suele suceder lo de siempre, que le endilgamos el tema al otro cuando en realidad somos nosotros quienes debemos hacerlo.
Feliz domingo. Feliz día delSeñor.
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