"ANDAR EN FILA INDIA"
Por María Sámchez
Al buscar un tema para mi artículo semanal y, buscando entre
esas frases que pronunciamos sin saber su origen, topé con esta que por un
momento me llevó a mis años de estudiante, época tantas veces comentada y recordada, en ocasiones con nostalgia y en otras con
cierto sabor agridulce.
Fue en aquellos años de estudiante cuando escuché, con mayor
frecuencia, lo de ir en fila india, o lo que es lo mismo, unas detrás de otras.
Para que la columna de niñas fuera lo más vertical posible, las monjas nos
hacían estirar el brazo derecho, hasta que este se apoyara en el hombro de la
compañera que nos precedía.
Colocadas en posición íbamos encaminándonos hacía las aulas.
Todas guardábamos el más absoluto silencio bajo pena de ser sermoneadas por la
monja que nos acompañaba.
A todo esto debo añadir, que hoy les agradezco ese amor al
orden y la disciplina, claro está, llevada en su justa medida.
Pero no es sólo en el colegio donde se guardaba la fila
india. Por descontado que es de obligado cumplimiento en las paradas militares,
también la fila se lleva a cabo en cualquier lugar donde debe reinar un orden
de llegada; ya sea en la caja de los supermercados, donde siempre tenemos que
dejar paso a quien sólo lleva un pan de molde, o el yogurt para el niño, hasta
en los baños públicos donde, desconozco porque extraña razón, siempre la cola
está en el de las mujeres ¿?
Lo cierto es que rebuscando en mi memoria son tantos los
lugares en los que nos vemos obligados a hacer fila, que casi se hace imposible
enumerarlos todos. Hoy se ha sustituido la fila por los números que, en orden
correlativo, nos va llevando hasta el mostrador de la pescadería, charcutería o
a la ventanilla de cualquier banco.
A pesar de todas estas previsiones para guardar un orden de
llegada, más de uno se ha encontrado con
el típico/a personaje que dice aquello de, “¿me dejan pasar que tengo el coche
mal aparcado?” a lo que por lo bajini contestamos
“pues aparcarlo bien listillo” al mismo tiempo que miramos para el techo, como
si nos importara mucho lo que se pueda ver en él.
Lo que podemos afirmar, categóricamente, es que las personas
y las cosas están en fila india, cuando unas y otras se encuentran colocadas unas
detrás de otras.
El nombre, como no podía ser de otro modo, viene de los
antiguos indios que poblaban los territorios de Norteamérica. Sobre esta
costumbre existen varias versiones, que como siempre, unas son más creíbles que
otras.
Un de ella nos habla de que los indios caminaban unos detrás
de otro como una distribución jerárquica, siendo el de más edad el que abría la
fila, seguido por los de rangos inferiores.
La segunda, y en mi modesta opinión más creíble, era que lo
hacían cuando, huyendo de los soldados que les seguían, caminaban todos sobre
la huella del primero. De este modo engañaban al enemigo al no poder conocer
éste, la cantidad de personas que les precedían. Aparte de esta artimaña se
valían de que el último fuera borrando las huellas dejadas anteriormente.
Curiosamente, esta costumbre la adoptaron luego los soldados
americanos, cuando la guerra de la independencia.
De ahí nos viene la palabra, caminar en fila india.