sábado, 20 de abril de 2013

CUARTO DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN. CICLO C.

 Celebramos el domingo  cuarto de Pascua, domingo que es conocido como el Domingo del Buen Pastor.



El evangelio en esta ocasión es muy breve, pero no por ello  menos interesante  y enjundioso. Con una serie de verbos  que se van superponiendo Jesús habla de sus intenciones para con nosotros  que son las mismas  que las del Padre y con las cuales, las suyas, se identifican.
 Nos habla a nosotros  y no a otros y nos invita a seguirle con la garantía de que el cuidará de nuestra vida. 
Es un texto  para reflexionar y preguntarnos en que medida nosotros queremos ser del Señor, en que medida le estamos siguiendo. Es un texto que nos debe llevar a interrogarnos si de verdad lo conocemos y deseamos seguir descubriéndole en nuestra vida, o si nos conformamos con lo que tenemos porque pensamos que ya sabemos todo lo que teníamos que saber de Dios y de su apuesta por cada uno de nosotros.
 Se nos dice que somos el rebaño del Señor. Esto no hemos de entenderlo en sentido peyorativo, sino desde la realidad de que es el quien nos conduce a lo largo de  nuestra existencia, lo cual  no depende  sólo de la voluntad del Padre, sino también de la nuestra, no depende solo de que nos lo diga Jesús, sino también de que queramos oírle y  dejar que el haga en nosotros, para  luego actuar según lo que hemos aprendido con el y desde el.
Se trata, en este aprendizaje, de tener los mismo sentimientos que Cristo Jesús tuvo en su relación con el Padre en la vida de cada día y lo mismo que a el le llamamos el cordero de Dios y no por eso estamos hablando  de anulación de su personalidad ni de un sometimiento irracional y obligado, nada por el estilo, así nosotros, nos hemos de considerar su rebaño. Rebaño no desde  el sometimiento sin discernir y anulador de la voluntad, sino  desde la aceptación de Dios plena y decidida, de su presencia en nuestra vida y en el mundo, desde el sometimiento a su voluntad, como hizo Jesús y que nos lleva a liberarnos y a ser liberadores, a ofrecernos al mundo, porque eso fue lo que hizo y sigue haciendo nuestro Maestro  y Pastor. 
 Somos llamados  a ser signo y señal de salvación del hombre, para el hombre de hoy, que anda bien sometido a grandes tiranías que le impiden ver mas allá de los problemas que el mismo se ha creado y que  siguen siendo la cruz del mundo y donde  se sacrifica, en loor de falsos dioses, que no cesan de tiranizarlo y esclavizarle, pues solo ofrecen falsedad al tremendo deseo que  persiste en cada ser humano de un mas allá, de una plenitud, de una trascendencia. 
 Para el hombre que no quiere saber nada de Dios, todo o casi todo, se convierte en una inmanencia  egoísta en donde el yo es el centro que hace desaparecer el tu y por supuesto el nosotros. Una vez mas, el hombre quiere ser su misma medida y una vez mas, el hombre se convierte en tirano de si mismo. Tanto en cuanto y en la medida  en que nos abramos a los demás, al mundo , a la vida, nos estamos abriendo al encuentro personal y  comunitario con Dios y es desde ahí y solo desde ahí, desde donde podremos experimentar que al caminar junto a los otros,  bendecidos por la presencia de Dios, conducidos  por su palabra, amados en su amor, tendremos conciencia de que somos suyos, de que el nos cuida.  Experimentaremos que somos el rebaño  que el guía y que es su riqueza, su ilusión y por el cual sigue dando la vida. 
Sucederá que, como dice Jesús : " mi Padre, que  me las ha dado, supera a todos y nadie  puede arrebatarlas de la mano de mi Padre."  

FELIZ DOMINGO DEL BUEN PASTOR.

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