"León XIV, en cambio, es un Papa diferente. Y lo es en todo: en personalidad, en estilo y en ejercicio del papado. Francisco y León proceden de culturas religiosas distintas"
"Prevost es un Papa conectado, que entiende el mundo digital y sus dinámicas y que vive la cultura actual desde dentro"
"Mantener la continuidad sin rupturas profundas implica evitar enfrentamientos abiertos y buscar consensos, pero sin ceder ante presiones restauracionistas que reclaman un giro conservador. León XIV deberá mostrar cintura política y capacidad de diálogo para no alimentar la fractura interna"
"Cien días después, León XIV ha demostrado que se puede ser continuador sin ser copia, reformador sin ser revolucionario, y líder sin necesidad de estridencias"
No es fácil suceder a un Papa Magno. Francisco dejó una huella indeleble en la Iglesia católica: personalidad arrolladora, carisma, capacidad de improvisación y de gobernanza y, sobre todo, discernimiento y audacia. Se sabía guiado por el Espíritu y transmitía aplomo y seguridad de gobernante acostumbrado a decidir y a cargar con las consecuencias, para bien o para mal. Su sola presencia llenaba la escena eclesial y mediática.
León XIV, en cambio, es un Papa diferente. Y lo es en todo: en personalidad, en estilo y en ejercicio del papado. Francisco y León proceden de culturas religiosas distintas. El primero era hijo de la tradición jesuita, donde el superior concentra el poder y la toma de decisiones es vertical. El segundo, forjado en la escuela agustiniana, con superiores más democráticos, más colegiados y una vida comunitaria que imprime

El sentimiento reflejado en redes sociales y medios de comunicación sugiere, por ahora, una recepción positiva del Papa Prevost. Sobre todo, después del subidón del millón de jóvenes en el Jubileo de Tor Vergata, remedando la misma cantidad que había conseguido reunir Juan Pablo II. Toda una proeza, sobre todo después de la ola de descrédito y falta de credibilidad que asoló a la Iglesia tras la plaga de los abusos del clero.
Tras la ‘consagración’ de León XIV por parte de la juventud, algunos destacan su capacidad para generar confianza y esperanza, mientras que otros, especialmente conservadores, celebran el fin de lo que percibían como una etapa de inestabilidad bajo Francisco. Sin embargo, las expectativas son altas, y su pontificado será puesto a prueba por desafíos internos (reforma de la Curia, sinodalidad) y externos (conflictos globales, avances tecnológicos).
A sus 69 años, León XIV es biológicamente joven para los estándares de la Curia. Está en buena forma (hace gimnasia y juega el tenis), se cuida y, si Dios quiere, tiene por delante un largo pontificado. Pero, además, es un hombre moderno, familiarizado con la tecnología, la inteligencia artificial y las redes sociales. Utiliza WhatsApp, exhibe un reloj inteligente Apple Watch, escribe emails y navega por Internet como cualquier persona de su generación. Es un Papa conectado, que entiende el mundo digital y sus dinámicas y que vive la cultura actual desde dentro.
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