sábado, 18 de enero de 2020

LA PALABRA DEL DOMINGO

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
Jun.  1,29-34.

     "  Y JUAN DIO TESTIMONIO..."

Si la semana pasada era el testimonio del Padre en favor del " Hijo amado, el predilecto", hoy nos encontramos con el del Bautista  que nos dice que Jesús es  "el  Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". También Juan da testimonio de la presencia del Espíritu Santo en la vida de Jesús, para concluir diciendo : " Este es el Hijo  de Dios".
          Este testimonio por duplicado  en lo que respecta Jesús nos debe llevar a preguntarnos  cual es el nuestro, cual es nuestro decir con respecto  a Jesús  en el cual decimos creer y a quien llamamos Nuestro Señor.
Precisamente en esta sociedad en donde los hombres buscamos seguridades, los halagos  y  el aplauso y en donde nos toca vivir el día a día, nos encontramos conque nosotros   hemos de hablar , dar testimonio de lo que creemos, porque lo hemos experimentado así, es lo que hace Juan  y es lo que nosotros muchas veces estamos llamados ha hacer aunque  hay situaciones en que lo evitamos porque pensamos, creemos, que no está en consonancia con los derroteros de lo que el mundo anda buscando o quiere.
      Se hace necesario que  tengamos bien claro en quien creemos y por que. Esa es la única forma de que nosotros , además de  llevar una vida de seguidores de Cristo,  que ha de ser en la transparencia y en la verdad , lo hemos de decir con la palabra , con las decisiones y con los gestos, allí,en el ámbito donde nuestra vida se desenvuelve  y toma cuerpo.
 No podemos tratar de ocultar la fe,  porque en ese intento ya estamos diciendo  y diciéndonos que no es tan importante para nosotros, nos estamos engañando a nosotros mismos.
Es verdad que muchas veces no es fácil y que en aras de la prudencia mal entendida preferimos callar.
Se hace necesario  superar esa " prudencia" que a veces no es tal, sino   algo de cobardía que nos lleva a esconder la cabeza como los caracoles  en cuanto aparece la primera dificultad.
Dar testimonio de Jesús  sabemos que nos lleva , en muchos de los casos, a que nos señalen o nos ridiculicen. Muchas veces es necesario pasar por ahí si no queremos quedarnos con el mal sabor de boca de permitir que los  otros piensen que no es tan importante  para  mi  lo que digo creer y  vamos dejamos que la fe se desvanezca entre  la irrelevancia  y  algo de lo que se puede usar, pero  solo para y en determinado momentos. Sabemos que esto no puede ser así.
  Creo que  es algo que nos pasa a los cristianos cuando ponemos  a un lado  lo que se supone que son nuestras convicciones, para dar paso  al " todo vale"  y nos vamos acostumbrado a ello y terminamos  por  estar en una situación de creer, si, pero para determinados momentos. Una fe que no incide en la vida y de la cual pensamos que  podemos prescindir, no es fe ni nada que se le parezca. 
     La Iglesia, los seguidores de Cristo,  estamos llamados a ser luz  en medio del mundo. Esa luz ha de estar alimentada, por la oración, que fortalece la fe, aumenta la esperanza y nos hace fuertes en el amor. El mundo, la sociedad, busca caminos y nosotros somos conscientes de que  en ese  camino, el testimonio de Cristo  es fundamental y necesario. 
No podemos dejar  de tener claro que nuestra fe en Cristo es como lampara, luz que  esta llamada a iluminar la vida de los hombres.
 Que esa luz brille para todos hoy depende de nosotros, de nuestra fidelidad, de nuestro testimonio. No dejemos de ser  transmisores de     esperanza para el mundo entero con y desde nuestra fidelidad. Esperanza que no tiene su origen  y plenitud  mas que Cristo.
¡¡Feliz día del Señor !!  


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